Mis padres no me dejaron ir al instituto en toda la semana ya que el médico me dijo que guardara una semana de reposo pero ya estaba hasta las narices de no poder hacer absolutamente nada, desde el "cambio" me encontraba con mas energía y mas vitalidad que nunca aunque también estaba nerviosa por que Daniel dijo que la carta llegaría en un par de días y ya había transcurrido una semana.
Como si la hubiera invocado sonó el timbre asi que bajé corriendo las escaleras por que no podía esperar ni un minuto más, yo ya estaba perfectamente pero mis padres no lo querían ver. Al abrir me encontré frente al cartero que enseguida me tendió una mano y me hizo firmar, cosa que solo se solía hacer cuando te entregaban un paquete, así que decidí preguntarle y me respondió que tenía órdenes específicas de entregar esta carta en mano.
Entré por la puerta a la misma vez que mi madre salía de la ducha y al verme con los sobres en la mano frunció el ceño a la vez que sacudía la cabeza.
- Debes descansar- dijo a la vez que cogía las cartas
Se sentó en una punta del sofá mientras revisaba cada una de las cartas hasta que llegó a a última. Le dio 2 o 3 vueltas al sobre hasta que finalmente se decidió a abrirlo. Leyó la carta un par de veces, luego levantó la vista y me estuvo mirando unos minutos, hasta que me tendió la carta para que yo la pudiera leer.
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Estimada señora Lieme:
Deseamos comunicarle que Katherine Lieme ha sido seleccionada junto con otros candidatos como ganadora de una beca para estudiar en el instituto privado de White Dove. Durante este curso y los 4 años venideros de universidad nuestro centro correrá con todos los gastos y se le procuraran a ella y los demás alumnos algunos de los mejores profesores del país. El 30 de septiembre todos los alumnos serán recogidos por un autobús de la institución que los llevará hasta su residencia donde vivirán hasta el término de sus años docentes....
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Nunca había visto tantas mentiras juntas, y lo que no me quedaba claro era si mi madre se lo creería. Giré la cabeza y la vi contemplándome con ojos incrédulos a la vez que se acercó a mi y me envolvió en un gran abrazo. Cuando se separó de mi tenía los ojos empapados en lágrimas y las mejillas húmedas.
- Tengo que decírselo a tu padre, pero estoy segura que estará tan orgulloso como lo estoy yo.
No puede hacer otra cosa que darle un abrazo y ponerle una de mis mejores sonrisas pero por dentro estaba destrozada, la única vez que mi madre había llorado de orgullo y era una completa mentira.Durante unos segundos dudé en contarle la verdad creyendo que podría entenderlo, pero..... ¿y si no lo entendía?, podría impedirme que hiciera todo el bien que según Daniel ahora podríamos hacer, y ese no sería el mayor de mis problemas. No me lo pensé otra vez y fui hacía mi teléfono para llamar a mi padre, pero mi madre dijo que mejor le diéramos una sorpresa.
Pasé todo el día dando vueltas por mi casa como un alma en pena, pensando en todas las cosas a las que estaba renunciando, aunque todavía cabía la posibilidad de que mi padre dijera que no, pero no sabía el por que tenía el presentimiento de que no iba a ser este el caso. Solo podía hacer una cosa y era mirar con optimismo hacia delante.
Cuando el reloj del comedor daba las 19:15 oí como se abría la puerta de la entrada. Me levanté como si la silla en la que estaba sentada tuviera un resorte, pero no llegué a moverme del sitio, las piernas me temblaban y no era capaz de gesticular ni un solo sonido. Mi madre salió a paso ligero de la cocina y en cuanto mi padre cerró la puerta de la calle sacó la carta que guardaba en el bolsillo. La leyó un par de veces y levantó la cabeza buscándome con la mirada. Enseguida me encontró apoyada en el marco de la puerta a la espera de su reacción.
Caminó hacia el sofá y se sentó en éste dejando la mirada perdida en la televisión. Mi madre imitó su acción y se sentó junto a él. No se cuanto tiempo transcurrió hasta que finalmente mi padre se decidió a hablar.
- Te vamos a echar muchísimo de menos- dijo suprimiendo la única excusa para no ir
- ¿Entonces te parece bien?- pregunté incrédula
- Por supuesto cariño- se levantó y se aproximó hasta donde yo estaba y con la mano que no sostenía la carta me acercó hasta él y me dio uno de los mayores abrazos que me había dado en toda mi vida- estoy muy orgulloso de ti
Por segunda vez en una mañana se me cayó el alma a los pies ¿como podía estar bien que mis padres estuvieran tan orgullosos por una mentira? Intenté obviar el nudo que tenía en la garganta y no soltar las lágrimas que luchaban por salir.
Durante la cena se lo contamos a mi hermana que tuvo la misma reacción que mis padres y yo cada vez tenía menos ganas de ir a ningún sitio, aunque una cosa así era imposible de omitir .Cuando ya me había duchado, puesto el pijama y metido en la cama con uno de mis libros favoritos para perderme en un mundo menos frustrante que el mío, oí una voz en mi cabeza que como no solo podía ser de él.
- Llevas todo el día mal, has recibido la carta ¿no?
-Sí, y estoy hecha polvo, ojalá pudiera dar marcha atrás, seguro que me replantearía mi decisión
- Yo estaba igual el día que me llegó, pero lo único que puedes hacer es mirar el lado positivo
- ¿Qué lado positivo?
- Me has conocido a mi- dijo con sorna
Ante ese comentario solo pude reír, llevaba todo el día amargada y preocupada y ese momento de relajación me vino muy bien, no sabía cuanta falta me hacia poder soltar unas carcajadas. Continuamos hablando brevemente hasta que a las 12 me quedé traspuesta.