Una historia de amor donde nada es lo que parece donde hay que renunciar a todo por el bien del ser amado, pero sobre todo por salvar a la humanidad

sábado, 7 de marzo de 2015

capítulo 13: Explorando

Toda la planta baja era una especie de gimnasio llena de aparatos para trabajar cada uno de nuestros músculos. Y en el centro de ésta habitación había un cuadrilátero de boxeo y justo al lado una especie de alfombra un poco acolchada, recordándome a las películas donde la gente entrena judo, taekwondo o algo por el estilo.

Allí observándonos se encontraba Daniel sujetando en el suelo a su contrincante con una sonrisa de autosuficiencia, a lo que éste quiso aprovechar la situación y ganar el combate pero solo sirvió para que Dan aumentara la fuerza del agarre hasta que el otro se rindió.

Tras levantarse se acercó hacia nosotros y yo involuntariamente me situé más cerca de Miquel, gesto que no pasó desapercibido por ninguno de los allí presentes sobretodo por Daniel que su sonrisa se expandió más si se podía. Parecía que verme  así, un poco agazapada, le producía cierto placer lo que provocaba que me intimidara más y no llegaba a entender por que me sentía así en su presencia.

- ¿Qué hacéis aquí?- preguntó yendo hacia el banco situado detrás de nosotros.

Realmente no sabía que contestar estaba hipnotizada viendo como se secaba con la toalla el sudor y como algunos mechones caían sobre su frente reforzando la creencia de que tenía que ser el ser más bello que nunca había contemplado. Sin darme cuenta mis ojos descendieron hacia su abdomen donde la camiseta de tirantes blanca se le pegaba al torso debido al sudor y marcaba sus abdominales perfectamente formados.

- Esto..emm, estábamos dando una vuelta para ver las instalaciones y hemos venido a ver el edificio- dije con la voz temblorosa

- Genial sois los primeros que vienen, al parecer los demás no tienen vuestro sentido de la aventura

- Pero si molestamos nos vamos, no queremos interrumpir

En milésimas de segundo volvió a colocarse frente a nosotros aunque un poco más cerca y como buen anfitrión se ofreció a enseñarnos todo el gimnasio. Yo iba a rechazar su oferta pero Miquel se me adelantó y la aceptó de buen grado, alegando mucho interés ya que el era muy deportista.

 Nos hizo un gesto con la mano indicando que lo siguiéramos y así hicimos. Al fondo junto a los vestuarios había una escalera que llevaba a la siguiente sala de entrenamiento y para mi sorpresa eran 3 pistas de voleyball. La tercera planta constaba de dos grandes pistas de patinaje una sobre hielo y la otra de patines normales. Así sucesivamente nos enseñó cada uno de los niveles de los que constaba el gimnasio, especializándose cada planta en un deporte para trabajar una zona del cuerpo, según nos dijo él.

Al salir nos guió a la parte de atrás del edificio y vimos 1 campo de fútbol muy similar a los que tenían los equipos profesionales. Miquel se quedó embobado ya que al parecer era un gran forofo del fútbol y según dijo le encantaba jugar.

Como ya había anochecido nos dirigimos de nuevo a la residencia, aunque extrañamente veíamos a la perfección, cosas de ser un bicho raro, pensé. Miquel insistió en acompañarme hasta la puerta de mi habitación.

- Bueno ya hemos llegado- dijo sonriendo por primera vez desde que dejamos atrás el campo de fútbol

- Sabes que no tenías que acompañarme ¿no?

- ¿Qué clase de caballero sería si no te hubiera acompañado?, además ahora se cual es tu apartamento

No dejó de sonreír, algo que no hacía mucho, pero era una sonrisa preciosa. Si estando serio era atractivo sonriendo se veía irresistible. No estaba segura de como despedirme por que no tenía la confianza suficiente para darle un beso pero darle la mano era algo bastante impersonal, así que me guié por instinto y le di un par de besos. El no reaccionó como si le resultara incomodo así que supuse que no le disgustó, le di las buenas noches y entré en el dormitorio.

Ya eran las 10 de la noche pero las emociones de hoy habían logrado quitarme el apetito así que opté por darme una ducha y meterme en la cama con el portátil o a leer un rato. Me metí en la ducha y al terminar me enrollé en una de tantas toallas que teníamos, con otra limpié el vapor del espejo y me observé atentamente. Seguía siendo yo, con mi pelo castaño, mis ojos grises (más o menos), mi nariz respingona, los hoyuelos que se formaban en mi cara al reír. ¿Como es que todo en mi parecía igual cuando todo había cambiado?. Me desenredé el pelo y cuando abrí la puerta para ir a mi cuarto me choqué contra Alex, el cual llevaba unos vaqueros y tenía el torso al descubierto.

Ambos nos quedamos un poco cohibidos mirándonos, por que yo, bajo mi toalla, estaba completamente desnuda y las gotas de agua hacían brillar mi piel, mientras que lo contemplada algo incrédula pues a pesar de no tener los músculos definidos se notaba en forma e involuntariamente dejé que mi vista descendiera un poco más hasta el límite de los vaqueros donde sobresalía un poco la tira elástica de la ropa interior.

Como pude fui hasta mi cuarto y enseguida oí como cerrada la puerta del baño y abría el grifo del agua. Me coloqué un conjunto de ropa interior verde y mi blanco de pantalón corto y camiseta de tirantes. Volví a sentarme en el alféizar de la ventana contemplando la Luna como solíamos hacer mi hermana y yo las noches en las que ella tenía una pesadilla y dejé divagar mis pensamientos y sin darme cuenta comencé a oír una voz extraña.

"No me creo que haya visto a Kate prácticamente desnuda"

Enseguida me di cuenta de lo que pasaba, estaba escuchando los pensamientos de Alejandro. Sabía que estaba mal y que era una falta de respeto, pero si estaba pensando en mi tenía derecho a saberlo ¿no? además no tenía claro como dejar de hacerlo.

"Tengo que admitir que no es una chica atractiva, pero estaba realmente adorable toda mojada y temblorosa, parecía un conejito"

Involuntariamente me sonrojé, ¿de verdad creía que era adorable?, yo sabía que no era una chica guapa aunque mi madre dijera lo contrario, por que todas las madres dicen lo mismo, así que no me extrañaba que Alex dijera eso. Pero era agradable ver que podía causar algún impacto en un chico.

Esperé a que saliera y éste a diferencia de mi si salió vestido del baño, bueno a medio vestir por que parecía tener algo en contra de las camisetas. Me acerqué a él y le dije si quería que hiciéramos algo para matar el tiempo. así que lo seguí a su cuarto, donde gracias a Dios se puso una camiseta, y estuvimos durante largo rato jugando a las cartas hasta que el sueño nos venció y nos quedamos dormidos.