Una historia de amor donde nada es lo que parece donde hay que renunciar a todo por el bien del ser amado, pero sobre todo por salvar a la humanidad

miércoles, 14 de agosto de 2013

Capitulo 4: Difícil decisión

Este caminó hasta situarse justo a nuestra altura, pasó sus ojos de Alex a mi y viceversa como queriendo estudiarnos y acto seguido dio media vuelta y salió por la misma puerta por la que había entrado, yo miré a Alejandro el cual me la devolvió enseguida y optamos por seguir a aquel hombre tan peculiar.

 Al atravesar la habitación comprobamos que la sala contigua era una especie de despacho, tenía las paredes completamente blancas sin ninguna decoración y en el centro de esta había una mesa circular con tres sillas.Aquel hombre ya había tomado asiento en una de ellas dejándonos las dos situadas enfrente suyo, nosotros vacilamos solo un momento pero enseguida tomamos asiento.

 - Me alegra ver que por lo menos habéis dejado de discutir- dijo una una voz suave y cálida- vayamos por partes me llamo Daniel- y nos tendió la mano- seguramente tendréis muchas preguntas que hacer y yo os prometo que contestaré a todas ellas

Aquel hombre me inspiró un poco más de confianza ya que al parecer contestaría a todo aquello que le preguntáramos

- Lo primero que quiero saber es donde estamos-dijo Alejandro en un tono demasiado cortante

- Nos hallamos en la Sala del Cambio

Hablaba de una manera muy natural como aquel que responde a que hora es además si antes estaba confusa ahora lo estaba muchísimo más

 - ¿Y que se supone que hacemos aquí?- dije intentando dar respuesta a la pregunta que me rondaba la cabeza desde que había  despertado

- Veréis cuando una persona joven, de entre 15 y 23 años, muere por cualquier causa que no sea natural se le ofrece la oportunidad de regresar ya que todavía no debería de haberle llegado su hora, pero eso sí tiene que pagar un precio

- ¿Cual es ese precio?- dijo Alex mientras lo miraba con el entrecejo fruncido

- Tenéis que cambiar, es decir convertiros en Guardianes

- ¿Y que se supone que es un Guardián?-pregunté por curiosidad más que por interés

- En el mundo de los mortales son los llamados Ángeles

- Estarás de broma ¿no?-contesté incrédula

- ¿Por que he de estarlo? todo cuanto os he dicho es cierto, pero tenéis que saber que hay mucho que aprender si decidís aceptar además añadir que yo sería vuestro mentor y que vosotros seríais compañeros. Se que es una decisión difícil e importante así que tenéis toda a noche para pensarlo podéis volver a vuestras habitaciones yo estaré esperando aquí.

Alex y yo intercambiamos una mirada y acto seguido nos levantamos y salimos de la sala caminamos lentamente meditando todas y cada una de las
palabras que nos había dicho Daniel.

 - Buenas noches- dijo Alex una vez tenía el picaporte de mi cuarto en la mano

 - Buenas noches- le respondí con una sonrisa

No estaba segura de si iba a poder pegar ojo tenía muchas cosas en las que pensar. Al entrar vi otra puerta en a pared más cercana a la cama me acerqué a esta haber si también contenía más sorpresas pero la sorpresa me la llevé yo, al otro lado de esta había una replica exacta de mi cuarto de baño salvo por una silla junto a la puerta en la que había colgado un camisón de seda violeta y un conjunto de ropa interior blanco de encaje. Nunca había agradecido tanto una ducha de agua bien caliente y al salir me vestí y cepillé el pelo.

 Al salir me senté en a cama con las piernas cruzadas intentando que me entrara sueño hasta que por fin llegó y me acomodé entre las sábanas y dormí

Estaba en la habitación de un hospital sentada en un sillón viendo mi cuerpo tendido en una cama con mis padres y mi hermana al lado todos ellos tenían la cara más triste que había visto en toda mi vida y de vez en cuando veía como mi madre soltaba una lágrima.
De repente una de las máquinas a las que estaba conectada comenzó a pitar y enseguida llegó un doctor que intentó resolver el problema hasta que la máquina dejó de hacer ruido y  el médico le dio el pésame a mi familia.

Mi madre empezó a llorar a moco tendido mientras mi padre intentaba consolarla pero de poco servía ya que el también lloraba y que decir de mi hermana, su cara lo decía todo, parecía no terminar de creérselo y yo no podía seguir contemplando aquello.

Acto seguido me encontraba en mi casa sentada en el sofá oyendo los sollozos de alguien a lo lejos los cuales seguí hasta el cuarto de mis padres, allí vi a mi madre sentada en una butaca mirando por la ventana sin dejar de llorar, inspeccioné el cuarto buscando no sabía el que y comprobé que las pertenencias de mi padre no estaban, ni sus gafas de leer, ni los libros y al abrir el armario tampoco encontré su ropa, ¿es que se divorciaron después de mi accidente?.

Me desperté muy sobresaltada, empapada en sudor y con lágrimas rodando por mis mejillas, si eso era lo que pasaría si rechazaba tenía mucho en lo que pensar aunque lo más seguro sería que aceptara.

Necesitaba hablar con alguien y ¿quien mejor que otra persona que estuviera en mi situación?, al levantarme me dirigí al baño para lavarme la cara y acto seguido fui al cuarto de Alex. Al entrar lo vi acostado en a cama boca arriba mirando al techo, me acerqué muy despacio por si estaba durmiendo pero enseguida giró la cabeza hacia mi.

- ¿Qué estas haciendo aquí?- preguntó confuso, no podía verle la cara así que tendría que fiarme de mi instinto

- No podía dormir necesitaba hablar con alguien

Alejandro encendió una lamparilla que estaba junto a su cama en la mesita de noche y se incorporó hasta que estuvo sentado con la espada apoyada en los barrotes del cabecero.

- ¿Tu también has tenido una pesadilla?

- Es que no ha sido exactamente una pesadilla, parecía tan real...

- Has visto lo que pasaría si no aceptáramos

- ¿C-como lo sabes?

- A mi me ha pasado lo mismo

Me senté a los pies de la cama con las piernas cruzadas, este gesto provocó que Alex se tensara mucho y enseguida comprobé por que, el camisón se me había subido y dejaba ver todas mis piernas, lo estiré un poco sin ningún resultado pero no había ido allí a ligar

-¿Has estado pensando en la proposición de Daniel?

- No he hecho otra cosa, y el sueño...., si no aceptamos mucha gente sufrirá por culpa de nuestra estupidez

- Así que admites que la culpa es de los dos

- Si, los dos metimos la pata de una forma u otra pero no quita que deberías haber ido más despacio

- Tienes razón y o siento mucho no quería que pasara todo esto- dije dejando escapar varias lágrimas

- Eh, no pasa nada- dijo sentándose a mi lado, levantó la mano izquierda y con el pulgar me secó las pequeñas gotas que el llanto habían dejado

- ¿Crees que deberíamos aceptar?

- No estoy seguro pero si lo hacemos todo será más o menos como antes, cierto que cambiarán muchas cosas pero mejor eso que hacer que nuestros allegados sufran

- Sabes que nos tendremos que ver casi a diario ¿verdad?

- ¿Por que lo dices?

- Daniel dijo que tendríamos que ser compañeros y por lo que me parece no te he caído demasiado bien

- Es cierto seremos compañeros, pero no me caes mal, siento que antes hayamos discutido estaba muy furioso y yo también tenía parte de culpa, además aprenderemos a ser incluso amigos- dijo con una gran sonrisa

Lo miré directamente a los ojos en los que se reflejaba la luz de la lámpara y por un momento pensé que me besaría pero enseguida recobró la compostura y se alejó un poco de mi aunque no perdió esa preciosa sonrisa. Estuvimos hablando durante horas hasta que finalmente la puerta del despacho de Daniel se abrió.

- Entonces...¿aceptáis?

jueves, 8 de agosto de 2013

Capitulo 3: No estoy sola

Abrí muy despacio la puerta a expensas de lo que podría haber al otro lado, pero lo que vi no era nada del otro mundo incluso lo agradecí aunque por otro lado era muy raro.

La habitación era igual que la mía, peor en vez de lila todo era con tonos amarillos, acto seguido mi vista se fijó en un chico que se encontraba junto a la puerta de la misma manera que yo había estado pocos minutos atrás.

Me hizo mucha gracia así que hice lo primero que se me pasó por la cabeza, gastarle una broma.

- Eh tú ¿se puede saber que estas haciendo?- dije sobresaltándolo


Este se giró muy rápido, tanto que dio un pequeño traspiés  y casi se cae hacia atrás. Al hacerlo comprobé que parecía mas o menos de mi edad aunque no podía estar del todo segura tenía el pelo castaño un poco mas arriba del hombro y unos preciosos ojos verdes que parecían atravesarte. Al incorporarse también vi que era bastante alto, bueno al menos en comparación conmigo.


No sabía por que pero de repente me había puesto muy nerviosa, algo que era muy raro en mi ya que casi nada solía hacerlo, pero ya que había sido yo la primera en hablar tendría que continuar. Algo me pedía que saliera de allí a toda prisa pero decidí ignorar esa pequeña parte de mi y me quedé donde estaba a la espera lo que el contestara.


- Y-yo.. lo siento, no quería....- dijo tartamudeando, al parecer no era yo la única que estaba nerviosa.


No tenía ni idea del por que pero aquellos penetrantes ojos me tenían petrificada, creía que como siguiera mirándome tan profundamente me caería de un momento a otro. Nunca había sentido algo tan fuerte con solo una mirada, hasta había conseguido que me erizara, parecía fría pero muy cercana pero que digo ya deliro.


Me serené tanto como pude para que no notara todas las locuras que pasaban por mi cabeza en aquel instante.


- Tranquilo solo estaba bromeando- dije al tiempo que contemplaba como se relajaba su rostro- por cierto soy Kate ¿y tu?


- Yo me llamo Alejandro, encantado- dijo mientras me tendía la mano, yo la acepté y en cuanto nuestros dedos se tocaron sentí esa corriente que había notado hacía tan solo un momento- por cierto ¿sabes donde estamos?


- La verdad es que no, he llagado hace.... bueno en realidad no se hace cuanto, yo también estaba en una sala igual que la tuya pero con colores diferentes y fotos mías- dije sonriendo a la vez que señalaba una foto de la pared.


En esta había un pequeño bebé dentro de una bañera junto a un hombre que intentaba bañarlo, por los dos parecidos deduje que debían de ser el y su padre. Alex se dio cuenta de la foto que había captado mi atención y acto seguido se puso delante para taparla mientras se ponía colorado.


-¿Y tu como has..?


Este se pudo a meditar mi pregunta, mientras que se revolvía el pelo con la mano, y justo en ese momento me pareció una de las cosas mas tiernas del mundo¿pero en que demonios piensas Kate?,pude notar como mis mejillas enrojecían debido al rumbo que estaban tomando mis pensamientos.


-Lo que pasó es que iba por la carretera hablando por teléfono con unos amigos que me daban la lata para que no tardara mucho en llegar a Dioniso,o dios mio, cuando una loca en moto que iba a toda velocidad se estrelló contra mi coche.


Dios santo fue con el con quien me estrellé, me sentía super mal, pero ya me lo había figurado cuando había dicho hacia donde se dirigía, aunque por otro lado sino hubiese ido hablando por teléfono no habría pasado nada, así que no le iba a dar la satisfacción de que me echara toda la culpa


- Creo que no me he presentado bien, hola soy la Loca ¿y tu?


-¿Tu eras la loca de la moto?


- ¡Que dejes de llamarme loca!


Su gesto se endureció bastante lo que me gustó todavía más, por que le daba un toque a chico malo que..., Kate estas cabreaba con el céntrate


- Por tu culpa estamos aquí- dijo chillando


- Perdona pero tu tampoco estas libre de culpa- dije con indignación


- Pero la mayor responsable eres tu


- ¿Yo?, a lo mejor si no hubieras ido con el estúpido móvil...


-¿Me echas la culpa?


Poco a poco fuimos aumentando el volumen hasta que aquel lugar estuvo lleno del ruido proveniente de nuestros gritos, no recordaba haber estado tan cabreada en toda mi vida y a el parecía que en cualquier momento empezarían a echarle fuego los ojos


De repente la puerta por la que iba a salir  Alejandro se abrió de par en par dando paso a un hombre guapísimo, ambos dejamos de discutir en el acto y nos quedamos mirándolo mientras este con paso lento pero decidido entraba en la habitación.


Nunca había visto a un ser tan bello tenía el cabello cobrizo con muchos reflejos rubios y unos ojos azules tan claros que parecían casi blancos, y la piel era tan pálida que por un momento creí que era de porcelana

viernes, 2 de agosto de 2013

Capitulo 2: El despertar

Empezó a dolerme la cabeza mucho y abrí los ojos algo confusa pero no conseguí ver nada de nada, solo me desoriente más si podía.

A mi alrededor se extendía la oscuridad mas absoluta, no conseguía hallar ni un mínimo atisbo de luz, a ello se le sumaba el no saber donde me encontraba lo que casi provoca que me entrara pánico pero mi curiosidad y poco sentido del peligro venció, y decidí que aunque estaba en un lugar blandito y muy cómodo debía averiguar donde me encontraba.

Me incorporé con cuidado ya que la cabeza todavía me daba vueltas, y una vez me hube sentado estiré las piernas para llegar al suelo aunque con mucho cuidado por que no sabía la altura que podía haber. Enseguida lo toque con la punta de los dedos y la sala se iluminó por completo revelando una enorme habitación sin ninguna puerta o ventana que me indicara que hora, ni tan siquiera si era de noche o de día.

Tres de las paredes que formaban la habitación estaban pintadas de un violeta claro y pude observar una preciosa cama sacada de una de las películas de niñas ricachonas con sábanas de seda morada y el ribete dorado, aunque esto no era lo que más llamaba la atención del lugar sino la pared que había enfrente de mi. En esta se podían observar multitud de fotografías aunque al principio no reparaba en quienes podían ser ya que no tenía mis gafas y prácticamente no veía de lejos. Poco a poco me fui acercando hasta que la imagen se fue volviendo más nítida y enseguida pude reconocer las tres caras de la primera fotografía.

Lo primero que me llamó la atención fue la mujer alta delgada con el pelo castaño y nos preciosos ojos verde esmeralda que sostenía a una pequeña recién nacida con el pelo castaño  y los ojos de un gris idéntico al mercurio iguales a los del hombre que se hallaba a su lado, este también era muy alto pero a diferencia de la mujer su pelo era negro azabache.

Me quedé perpleja ante aquella visión pues enseguida me di cuenta de quienes eran aquellas personas, eran mis padres en la primera foto de familia que nos hicimos. No tenía ni idea de que estaba pasando y cada vez la cosa se ponía mas rara si se podía.

Fui recorriendo la tira de imágenes en la que cada una mostraba un acontecimiento de mi vida, en algunas me inundaba una gran alegría pero en otras me resultaba imposible no derramar ni una sola lágrima, pero al contemplar la última fotografía apoyé mi espalda contra la pared contigua y deslicé por ella hasta llegar al suelo y por primera vez en mi vida me abandoné a las lágrimas y lloré todo lo que pude y más.

Siempre había mantenido la calma y había actuado bien pero verte en el suelo medio muerta junto a tu moto no es una escena digna de contemplar por nadie. Ahora recordaba algo de lo sucedido, al salir del bar tan cabreada a tanta velocidad no me dio tiempo a frenar cuando aquel coche apareció de la nada. Estaba mucho mas confusa que antes, si había tenido un accidente, ¿donde se suponía que estaba, no debería estar en el hospital?.

Intenté no perder la calma ya que no me serviría de nada ponerme histérica y no darme por vencida, tenía que encontrar todas las respuestas que necesitaba y la manera de salir así que me sequé las lágrimas con el dorso de la mano y me levanté con la intención de buscar alguna pista o a alguien que me ayudara, pero al levantar la cabeza vi una puerta de madera en la pared del fondo.

Estaba convencida que unos minutos antes no estaba pero parecía la única salida así que me encaminé hacia ella con decisión o al menos con toda la que pude reunir el aquel momento ya que tenía las piernas algo temblorosas. A cada paso me entraba un poco más el pánico ami parecer irracional por que aquel lugar parecía de todo menos peligroso.

Cuando llegué y me paré a observarla vi que no tenía picaporte, en su lugar habían unas pequeñas alas desplegadas de un color violeta que parecía resplandecer, me acerqué un poco más a ellas para examinarlas un poco mejor, extendí la mano hacia estas  y en cuanto mis dedos las rozaron emitieron un pequeño tintineo como el de una campanilla y se hundieron ligeramente en la puerta al tiempo que esta cedía y se abría con un chasquido.