Intenté moverme en la cama pero había algo que me estaba agarrando de la cintura y me impedía darme la vuelta. Mantuve los ojos cerrados un par de minutos más recreándome la sensación de unos dedos largos sobre mi piel. Abrí lentamente los ojos y me encontré durmiendo sobre el pecho de Alex y lo que me agarraba era su brazo.
Durante un momento creí que estaba soñando, pero pronto recordé todo lo acontecido la noche anterior. Podía oír como su corazón latía lentamente casi acompasado con el mío y me quedé mirándolo unos segundos, se trataba de un chico que enseguida piensas Dios que guapo que es pero no parecía darse cuenta, lo que demostraba que no era una persona egocéntrica.
En seguida me di cuenta de lo que estaba pasando y me levanté rápidamente provocando que éste se despertara sobresaltado. Comenzó a mirar hacia todos los lados hasta que finalmente se percató de que era yo quien lo había despertado. Su mirada se detuvo durante unos segundos en mis piernas volviendo rápidamente a mis ojos.
- Buenos días - saludó un poco sonrojado
- Hola - dije sin saber que decirle
Durante unos instantes nos quedamos mirándonos a los ojos. Se produjo un gran silencio, como si el resto del mundo hubiese desaparecido y tan solo nos encontráramos nosotros dos. Por instinto di un paso hacia él y fue cuando la realidad se impuso de nuevo y nos dimos cuenta de que íbamos por mal camino, éramos compañeros por dios no podía ser.
- Em es-esto... ¿quieres desayunar? - pregunté tartamudeando
Como de costumbre ante situaciones extrañas me daba por tartamudear. Cerré los ojos y respiré hondo para intentar serenarme y poder hablar con normalidad, y de paso que mi corazón dejara de latir tan rápido. Menos mal que solo habíamos dormido juntos, con nuestras pieles rozándose... Kate recapacita.
- Si, espera no, si que quiero pero yo siempre salgo a correr antes del desayuno
- Ya, vale, bu-bueno te dejo que te cambies - respondí y salí precipitadamente dirigiéndome a mi cuarto
Entré cerrando la puerta tras de mi y me senté en la cama dándole vueltas a todo. Cada vez me costaba más ocultar la atracción que sentía por Alex pero todo estaba en contra mía. En primer lugar no sabía si tenía novia, y en segundo lugar no tenía claro que yo le gustara como algo más que una amiga.
Dejando a un lado todo eso abrí el armario y me puse lo primero que vi, que resultó ser un vestido lila con unas sabrinas negras. Me miré al espejo que había junto al armario y me hice una cola alta para que no se me pegara el pelo por el calor.
La cocina se encontraba en la zona común junto a la habitación de Alex, mientras que la sala de estar estaba justo enfrente, al lado de mi cuarto.
Mientras me servía el desayuno vi salir a Alejandro del cuarto vestido con unos pantalones de deporte y una camiseta de tirantes todo en tonos azules. Me sonrió a modo de despedida y salió de nuestro apartamento.
En cuanto terminé bajé a la sala común donde me encontré con dos chicas charlando muy animadamente. Cuando repararon en mi dejaron de hablar de golpe mientras que parecía que me analizaban con los ojos y tal como se habían callado continuaron hablando como si yo no estuviera. Su actitud denotaba que eran algo estiradas, pero siempre había creído que no hay que juzgar a nadie sin conocerla así que ignoré su comportamiento grosero y continué mi camino.
A parte de los tres edificios, la pista de fútbol y los dos caminos que conectaban todas las zonas, todo aquello se encontraba rodeado de bosque. Decidí o más bien me vi obligada a ir hacia el bosque, tenía como una especie de fuerza que me atraía hacia él.
Comencé a caminar hacia allí con paso tranquilo ya que no tenía prisa alguna. Una vez estuve dentro todo quedó en una especie de semipenumbra ya que los arboles estaban muy juntos y prácticamente no dejaban entrar la luz del Sol.
Tras caminar 15 minutos aproximadamente llegué a un claro donde había un gran lago de aguas cristalinas. Maldije para mis adentros no haberme puesto el bikini, pero sabiendo donde estaba la próxima vez estaría preparada.
Como no podía bañarme me senté en la orilla, me quité los calcetines y metí los pies en el agua. Estaba fresquita ya que eran las 10:30 de la mañana y el Sol todavía no había calentado. Así durante un rato me dejé llevar por el placer de sentir el agua sobre mi piel.
Sin previo aviso oí un extraño ruido a mi espalda por lo que rápidamente me calcé los zapatos e intenté agudizar la vista buscando el lugar de donde venía el ruido. En un principio supuse que sería un animal pero nadie nos había dicho que por aquella zona hubiera, aunque fuera lo más normal.
Emprendí el camino de vuelta a la residencia y cuando me encontraba en el límite del claro volví a oír el ruido. Así que empecé a caminar a paso ligero, aunque no estaba asustada.
Durante el trayecto iba mirando hacia el suelo para sortear las raíces de los árboles y no caerme a la par que intentaba recordar por donde había venido. Levanté un momento la cabeza y delante de mi como si fuera una ilusión lo vi con una sonrisa provocadora en el rostro.
- ¿Nadie te dijo que la curiosidad mató al gato? - preguntó
- Pues si, pero no creí que fuera a haber nada peligroso en el bosque - respondí retrocediendo un par de pasos
- En realidad no hay nada peligroso, solo intentaba asustarte. Aquí estamos protegidos de los enemigos
- ¿Tenemos enemigos? - dije incrédula
- Claro, ¿pensabas que en el mundo solo existe el bien? - respondió con otra pregunta
Odiaba que me hicieran eso me hacía sentir como una ignorante pero, realmente no creí que los guardianes pudieran tener algún enemigo.
- Tu silencio habla por si solo, claro que tenemos enemigos. Todas las fuerzas del bien siempre tienen algo malo para intentar contrarrestarlas - explicó - en nuestro caso son los Darkers, pero no me quiero adelantar os lo explicará Verónica mañana en clase
- Las clases... es cierto - por un momento olvidé el propósito de haber ido allí
- ¿Has encontrado algo interesante? - dijo dando un paso adelante
- No, quiero decir si un lago enorme
- Seguramente has estado en el claro mágico
Con cada palabra se acercaba un poco más a mi, pero hacía rato que había topado con un árbol y no me podía alejar más. Intenté erguirme para no mostrar vulnerabilidad pero con Daniel me era imposible. Tenía un extraño efecto en mi me intimidaba y mucho.
- Estarás un poco confusa con toda la información extra, pero te propongo una cosa, esta noche ven al claro y así verás por que lo llaman mágico - dijo sin dejar de sonreír
A esas alturas el ya se encontraba junto a mi a escasos centímetros de mi cuerpo y yo no podía apartar la mirada de esos intensos ojos azules.
- Nos vemos a las 12, espero que vengas - concluyó y me dio un beso en la mejilla
Por el mismo lugar del que vino se fue, dejándome sola y confusa. ¿Que era lo que había sucedido? Daniel quería verme a solas por la noche. Tenía clara una cosa, no pensaba acudir al encuentro ¿o si?
No estaba mal no teníamos que tener relación con tus compañeros. Aunque técnicamente no era un compañero era mi profesor.
Mientras pensaba en todo eso llegué a la residencia y al entrar en mi cuarto escuché a Alejandro comiendo palomitas y viendo una película. Era extraño tener los sentidos tan desarrollados podía oírlo casi todo y no digamos los demás.
Me encerré en el dormitorio y me recosté en la cama tras mirar el reloj. Solo eran las 11:45 todavía tenía todo el día para decidir si hacer caso de mis instintos e ignorar la cita o a mi curiosidad y acudir.
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